Los apocalistas seguro estarán regodeándose con estas cifras y saldrán a decir que todo lo que han pregonado acerca del fin de la industria musical es cierto; sólo que existe un pequeño problema, estas personas han errado en algo, si bien es cierto que los números son claros y no mienten, además de representar un prueba contundente, de que a no ser que algo extraño suceda, la tendencia es la desaparición del cd (postura de la cual soy escéptico a pesar de los datos, pero ese es otro tema), hoy en día nadie puede negar que la música circula y se escucha más que nunca.
Alguien, indudablemente, se encuentra en crisis, o por lo menos a alguien deben de estarle pegando estas cifras, pero ni es a la industria musical (que no exclusivamente depende de la venta de discos), ni a la música y me atrevería a decir que ni a los músicos o artistas, al menos no del todo. Los realmente afectados resultan ser unos pocos que viven de las rentas que les dan las ventas de los cd’s, la crisis pues, radica dentro de la industria discográfica, dentro de las disqueras. Por ahora no hablaremos de ello.
Y es que efectivamente algo está cambiando dentro de la industria musical, pero ello no quiere decir que se encuentre en crisis. ¿Cómo se puede estar en crisis, si hoy es más sencillo conseguir y tener acceso a música de cualquier latitud? ¿Por qué hablar de crisis, si día con día, conocemos más y más bandas nuevas? Todo esto pareciera imposible hace algunos años ¿20? ¿15? No, hace apenas ¡10 años!, que al ritmo de ésta la sociedad de la información parecen ser siglos de distancia.
Hace diez años, tal vez pocos lo tengan presente o recuerden, comenzó todo; la historia de la industria musical dio un giro estrepitoso, para no volver nunca más, al punto de partida. Las nuevas tecnologías, que para entonces se encontraban en pleno ascenso, hicieron mella en el ámbito musical; el mp3 cambió completamente la concepción que hasta entonces teníamos de la música, convirtiéndola en algo, ya de por sí, totalmente abstracto y ubicuo, líquido dijera Bauman. Sin embargo no fue el formato lo trajo el cambio únicamente, aunque sí representa la piedra angular de este, se necesitaba algo que permitiera la distribución de dichos archivos mp3 de una manera sencilla.
Fue entonces que un chico de 19 años Shawn Fenning, creó un software que amenazaba con ser el tiro de gracia para las disqueras, a mediados de 1999, hace ya diez años, algunos pocos, que posteriormente fueron millones, conocieron y utilizaron un programa que su creador lo hizo llamar Napster, el cual permitía intercambiar archivos mp3 con otros usuarios que estuvieran conectados a través del programa en cualquier parte del mundo, mediante la tecnología peer to peer (P2P), esto significaba el acceso a “las bibliotecas de Alejandría del sonido grabado” como escribiera en alguna ocasión Javier Blánquez, sin salir de casa a tan sólo un par de clics de distancia y lo mejor de todo…completamente gratis.
Sobra decir que aquello representó un duro golpe a las majors la cuales al igual que hoy se lanzaron en una lucha en contra de Napster al sentir que sus intereses (¿económicos?), se veían afectados, pero sobre todos, según argumentaron se violaba los derechos de autor. Finalmente la batalla legal se decidió a favor del emporio discográfico y Napster cerró sus operaciones, sin embargo a partir de aquel verano del 1999 hasta la fecha, los magnates de las disqueras duermen mucho menos tranquilos que antes y es que con desaparecer Napster no se terminó el problema y al contrario de lo esperado por las trasnacionales, el efecto que sucedió fue la propagación de este tipo de software. La semilla estaba plantada y esperando florecer, miles y millones se encargaron de regarla y cultivarla.
Hoy en día parece ser lo más común que desde una computadora conectada a Internet se descargue un archivo mp3, ya sea por P2P, netlabels o blog’s, el incremento de descargas, legales e ilegales, va en ascenso ante la mirada horrorizada, de aquellos que sienten perder su empleo o miles de millones de dólares al año tras un escritorio, sólo por la sencilla razón de que ahora ya nadie los necesita para conseguir y escuchar la música que a cada quien le gusta.
Fanning y Napster fueron los pioneros en la reconfiguración de una industria musical que se encontraba necesitada de librarse de las manos de unos pocos que se dedicaron a exprimirla y explotarla hasta dejarla desahuciada y en estado de coma. Esas mismas personas, ahora sólo se limitan a contemplar como los cambios se dan sin necesidad de ellos, y es que ahora como hace 10 años siguen sin entender aquello que Kusek atina en apuntar al referirse a las personas que descargan e intercambian música por Internet: “Intercambian archivos gratuitamente porque les gusta la música y los artistas, no porque quieran causar daño; sencillamente, no se les ha dado suficientes opciones para que se comporten de otra manera”.
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